¡Ah, el rol! ¡Capaz de maravillarnos como pocas cosas que ocurran fuera de la mesa en unas ocasiones, y de echarnos a perder la tarde en otras!
¿Quien le mete la mano por el culo a quién? ¿ Tú a tu pj, o tu pj a ti?
Hace unos años jugaba con unos amigos una campaña de algo que se parecía a La leyenda de los cinco anillos pero que habíamos deformado a fuerza de mitología china y reglas de GURPS y FUDGE.
La sesión prometía: un espíritu podía darles el apoyo y la información que necesitaban, pero propondría una serie de pruebas para que su campeón se batiera con los personajes. Un campeón que ya llevaba un par de sesiones molestándoles, por lo que la rivalidad era intensa y las ganas de barrer el suelo con él, grandes.
Al final, en un laberinto, un acertijo del espíritu y una triquiñuela tramposa del campeón condujeron a la derrota al personaje más implicado con el asunto. En la historia, nuestros héroes se marcharon de allí con el rabo entre las piernas, aceptando deportivamente las consecuencias de su fracaso. Pero sobre la mesa la cosa fue distinta...
Sobre la mesa había enfado. Todos queríamos que el personaje más implicado denunciara al campeón y sus argucias y que le diera una somanta de palos... o al menos lo intentara, maldita sea. Y digo todos porque yo era el DJ y yo me moría de ganas de ver ese enfrentamiento. Igual que el jugador más implicado. Lo mismo que todos sus compañeros. No sólo hubiera sido más o menos épico, sino apropiado para el estilo de capaña que estábamos jugando: ¡si hasta habíamos confeccionado unas reglas de 52 páginas de artes marciales basadas en la magia de Mago que nos encantaba utilizar...!
Pero él se debatía con frustración: después de todo, su personaje no había visto las trampas del campeón -los jugadores sí, pero el personaje a lo sumo podía sospecharlas-, y era bastante honorable, así que no podía comportarse como... como... como un "picao". Así que, con todo el disgusto de su corazón se comportó "honorablemente". "Como haría mi personaje". Lo contrario hubiera sido, Dios nos libre, "hacer metajuego". Habría sido lo divertido, y lo que todos queríamos, pero "metajuego", al fin y al cabo.
Por supuesto, esto arruinó el final de la sesión, pero tuvo el lado bueno de que habamos largo y tendido sobre el tema. Después de todo yo mismo estaba molesto, pero no saia exactamente qué era lo que me había enfadado y, por lo tanto, qué había que hacer para evitarlo. Nos llevó horas descubrirlo, sí, horas: a veces lo más evidente es lo más difícil de ver. Pero lo hicimos. La culpa fue de anteponer lo que deseaba el personaje a lo que deseaba el jugador. La culpa fue de "rolear", de "actuar como lo haría mi personaje", y es un exceso que he visto etiquetar como una virtud en innumerables foros, innumerables ReV´s, e innumerables jugadores de juegos de White Wolf en general y Vampiro y Hombre Lobo en particular...
(DISCLAIMER: no digo que metan la pata sólo los aficionados a esos juegos, ni que juegos fomenten directamente esa actitud. Y, sin embargo, se mueve: ahí queda la pulla... :P)
Y, así, llegamos una conclusión: el personaje está para que su jugador se divierta. Y si el personaje no querría hacer lo que el jugador desea, entonces es labor del jugador, con ayuda del DJ si fuera necesario, encontrar la retorcidas razones mediante las que el destino confabula para forzar la voluntad del personaje. Y listos.
Si alguna vez os ha pasado, ya sabeís,
¡testimonio/ tenéis que dar!